Con este artículo me gustaría sacar a la luz la Indefensión de los trabajadores y las clases medias, la indefensión clara de sus recursos económicos. La clases medias y los trabajadores disponen de una gran cantidad de activos económicos en el estado, los servicios hospitalarios, gastos de en escuelas etc... son parte de los activos económicos de las clases medias, unos activos que son dispuestos por el Estado a través del pago de impuestos.
Estos recursos económicos, sin embargo, aunque son parte de sus activos, son controlados por una supraentidad: El Estado. La particularidad de est es que básicamente, no son las clases medias las que toman una decisión sobre los activos que tienen gestionados por estas supraentidades.
De lo contrario el Estado, está formado por un cojunto de individuos, que se relacionan abiertamente con grandes empresarios, gestores de grandes empresas, otros miembros de otros estados y represantes sindicales. Sin embargo no existe en si ningún individuo que represente los intereses de la clase media. No me refiero en este caso a un político, sino todo lo contrario como un representante de los activos económicos que estas clases tienen en el Estado.
Sería bueno empezar a pensar en el Estado más en el modo de una empresa, para entender lo desigual de las condiciones contractuales para las partes que la firman. El Estado visto así puede ser pronto visto como una auténtica farsa. Por un lado trabajadores aportan rentas sumamente altas así como lo hacen las pymes y grandes empresas.
Sin embargo la relación entre miembros de grandes empresas o gestores y los políticos o altos dirigentes del Estado es una relación más directa, y muchas veces fruto de intereses económicos y personales entre ellos.
Por otro lado, gran parte de los ingresos del estado que se recaudan del mercado a través de la compra de artículos que cargan en su mayoría impuestos a las clases media y trabajadora, no son tenidos en cuenta para tomar decisiones, y más fríamente grandes decisiones.
El poder del individuo queda entonces minimizado por la concentración de poder en grandes corporaciones y asociaciones.
El Estado en si tal como está concevido es un instrumento de poder y sometimiento, donde no todas las partes tienen las mismas condiciones para operar, ni todas las partes tienen los mismos derechos, y sobretodo no todos ellos tienen la misma capacidad de influencia.
Mientras que las grandes fortunas de los países pueden incidir fácilmente sobre las decisiones de un país, los individuos que lo conforman quedan completamente relegados de las decisiones.
Sin embargo esta virtud de un sistema moderno pensado para el siglo XIX y principios del XX, ha comenzado a dilapidarse en el siglo XIX. Quizás una de las principales razones reside en los altos niveles de población que gozan de estudios universitarios, y que cada vez pone más el cerco a la desinformación junto el desarrollo de nuevas redes de comunicación como internet.
El Estado a día de hoy, una herramienta de control, pero también una herramienta muerta y pasada del tiempo. Toca empezar a pensar diferente si queremos entender un nuevo lugar más justo para todos.